I.
Recuerdo cuando me
encontré con Jesús en la esquina de mi casa. Yo iba saliendo, un tanto apurado,
en dirección al colegio de mi sobrina. Debía recogerla ese día, pues mi hermano
–su padre—estaba muy ocupado con trámites relacionados a su trabajo.
Tomé las llaves, me
despedí de mi perro—hube de mentirle; le dije que volvería luego—y por un
instante me detuve a pensar, varias horas después, en su mirada triste y premonitora. Por un instante me detuve a pensar en que, hasta hoy, no he
vuelto a verlo.
Aquella mentira me desmoronó por un instante, pues, si bien es cierto soy un mentiroso profesional, en ningún
momento pretendí desafiar la verdad ante los ojos de mi fiel amigo. Y sin embargo
lo hice.
Pero nada de eso era
importante a aquella altura. Debía recoger a mi sobrina de su colegio.
Tomé las llaves, le mentí
a mi perro, aseguré la puerta de entrada y el candado de la reja. Al tomar este
último implemento, sentí la frialdad del metal en el corazón de mi mano. El
frío comenzó a carcomer las grietas de mi piel como la parsimonia de un
discurso bañado en pestilente demagogia. Me aseguré de que nadie me viera al salir;
afortunadamente el servicio público de iluminación aún permanecía inservible (de
hecho llevaba más de 19 años cortado). No había rostros familiares a mi
alrededor, por lo cual proseguí mi camino.
En la oscuridad del día percibía
el diálogo que entablaban mis descalzos pies con la tierra viva sobre la cual
iba pisando. Se disculpaban con el mismo susurro con que los ancianos rehúyen
de la muerte y con el mismo murmullo con que la muerte, desde el panteón, rehúye del
eterno deceso; y la tierra viva, con sus colores opacos y sus rostros
misericordiosos y sus voces magulladas por los años de tortura tan sólo
recibían los embates de mis pisadas en la oscura y fría noche de la mañana.
6 comentarios:
gay
Te Amo amiguito DG
Corrección: DW
Corrección: DG
Ya, no peleen. Si los dos son niñitos bonitos.
ajá
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