miércoles, 15 de agosto de 2012

El Destierro


Fijo el rumbo sin destino en las ardientes estalagmitas que cercenan mi sien. Recorro el tramo sin la prisa típica del incauto esclavo que aún no se percata que no ha nacido. Sesgo la frente de quien me dirige la miserable mirada del ignorante juicio y del hartazgo de quien no ha sido aún fecundado. Dilapido las epifanías ganadas en las batallas perdidas para surgir extasiado en el frenesí de la funesta alborada.
Mas nada es verídico en este plano. La figura que yace a mi derecha, impávida e impertérrita antes los estímulos del ambiente, circunda el territorio con su impenetrable mirada; aquella mirada con dejos de nostalgia, con dejos de una vida pasada, con sabor a estabilidad pero con  la magra tentación de no ser quien no quiere ser. Con la inseguridad de no saber que no se sabe, con la irritación de no percibir lo que todos perciben; con la mirada perdida, una vez más, en la infalible naturaleza que dibuja el presente y borra el pasado, sin distinguir tus deseos, sin distinguir tus nefastas oraciones, sin diferenciar tus absurdas tradiciones, y sin destruir lo que aún no has creado. La mirada perdida en la naturaleza dice más que una mirada fija en un objetivo creado por otros. Las manos tomadas hablan más que un sinnúmero de ideas ficticias vomitadas por una boca insensible que utiliza la carne de su lengua más para torturar que para dar placer a los recónditos deseos de la piel.            El cabello ceñido al cuerpo // habla más que el viento moviendo las hojas una tarde cualquiera //                                                                                                                                                                                                            del otoño más oscuro dentro del invierno de tus pupilas //                                                                                                                                                                                                 tergiversando las aristas de la realidad que hoy te apresa, de la infinidad que hoy te asesina    //            y de la creencia que hoy te sataniza.
A mi siniestra las vidas se estremecen en el desolador vaivén de la continua ignorancia. Las palabras erran sin saberlo y se entremezclan con matices vocales que carecen de cualquier sentido. La trivialidad de una existencia sin razón conmueve los más profundos desgarros corporales de incluso quienes son incapaces de escuchar los alaridos de sus propias ideas. Ni ellos saben dónde van, ni ellos saben cómo escapar; pues se sienten tan libres en su ignominia que les es imposible percatarse de la esclavitud de la cual son parte fundamental.
En el camino donde no existe la dicción y donde abunda lo inefable, las vidas chocan unas con otras sin notarlo, entremezclando sus terribles inexperiencias y haciéndose partícipes de la aberrante realidad que eligieron vivir.
Hacia el frente, donde lo políticamente incorrecto merma lo socialmente aceptable, es hacia donde yo me dirijo. Pero considera que aquel norte hacia donde mis harapos me arrastran no es el mismo norte que tú quieres. Mi norte es el norte que nadie quiere, es el norte que adquiere ribetes de locura que nadie es capaz de aceptar. Y yo con estas letras voy viajando, y con estas letras voy naciendo, y con estas letras voy ocultándome de tu mirada para ser vapuleado por la ignorancia, y para ser acribillado por el prejuicio del status quo de tu mente. De tu mente incapaz de ver más allá de sus propios colores elegidos por alguien más, por tus propios deseos inculcados por alguien más, por tus propios sueños intervenidos por alguien más. Porque no tienes fin, porque no tienes principio, porque no tienes rostro, porque no tienes la más mínima idea de lo que hay al final del camino. Porque sólo caminas igual que el resto, porque te dijeron que era lo correcto, porque te dijeron que era lo que tenías que hacer, y tu raciocinio es completamente inútil para cuestionar las ideas del resto. Y es ese resto el que debes respetar, porque tú y yo sabemos que no quieres dejar de ser parte de la manada, porque te atemoriza la soledad, porque no sabes crear nada más que charcos de podredumbre verbal donde tu piel se quema y celebra su destierro, al mismo tiempo que tu voz se apaga en la muchedumbre de condenadoras miradas que hacen de tu existencia el mismo juicio final del que tanto nos hablaron de niños.
No sé cómo mierda cerrar mi comentario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Está super bonito tu texto.

Espero leer más.













(¿sentiste cómo te acaba de arder el cerebro o no?)

Don Waka dijo...

JAUAJAUAJUAJAUAJAUJAUA CONCHETUMRE LA WEÁ MALA ;@

Anónimo dijo...

Te amo Don Waka, dame un hijo!

OVEJAS APLICADAS

OVEJAS APLICADAS
El lobo arranca de la oveja =O