sábado, 13 de septiembre de 2014

"Han sido clausuradas las avenidas de mi mente, y sus calles han sido violentamente tomadas. Se han cortado los caminos que entrelazaban mis ideas, y derribados han sido los edificios donde se atesoraban los sueños de todos quienes habitan mi sien.

La policía de esta ciudad ha destruido la esperanza de sus pobladores. “Del más débil, el protector”, solían decir. Del más fuerte, el protector; del más débil, el abusador. Del más ingenuo, el desolador. Del más honesto, el corruptor.

Los gobernantes de esta ciudad han robado la inocencia de sus electores. Se han hecho ricos a costa de la incansable labor de sus trabajadores. Los sacerdotes de esta ciudad han engañado a sus feligreses, tal como Judas engañó a Satanás y como Jesús engañó a sus dos mil años después de sí mismo.

Y ya no quedan lugares libres donde pueda sentarme a leer tranquilo.

Y ya no quedan espacios tras las rejas de esta gran jaula para que mis creaciones revoloteen alegremente y se conozcan entre ellas.

Ya no quedan lugares libres en las avenidas de mi mente. Ya no hay libertad en las calles de mi imaginación. Mis ideas ya no saben de crear lazos entre ellas, y los edificios son una gran lápida donde mis difuntos sueños no descansan en paz.

Y en esta ciudad del caos todo hiede a muerte. Todo huele a violencia. Todo huele a destrucción, abuso, desolación, corrupción, robo y engaño.

Y es en esta ciudad del caos donde decido retirarme para no volver a poner un pie sobre ella.

No hasta que las alamedas de mi mente vuelvan a abrirse para que por ahí camine el hombre libre."

domingo, 30 de junio de 2013

El Derecho de Pensar

No hay muchas palabras para describir una emancipación de la mente. No hay muchas palabras simplemente porque la mente ha sido privada del derecho a pensar; hoy en día, pensar es un privilegio.

Lo cuentan las voces cercanas y lo cuentan también aquéllas que han logrado despojarse de sus cadenas, pero que ya no deambulan por estos parajes: hubo un tiempo en que pensar efectivamente era un derecho.

Hubo un tiempo en que uno podía ver, si es que tal percepción existe, el color que emanaba de esos pensamientos. Y no sólo el color; hubo un tiempo en que uno podía verlos reunirse con otros pensamiento y oírlos dialogar entre ellos. Algunos afortunados cuentan, desde la comodidad de sus hogares  y sin jamás cortar el cordón umbilical que los une a sus pantallas  haberlos visto formando ideas y causando disturbios que atentaban contra sus intereses y su sagrada comodidad.

Otros cuentan haberlos visto pasar por el costado intercambiando opiniones y disgustándose por lo que estaba sucediendo. "Por allí los vi pasar", cuenta un testigo. "Pero iban muy enojados; se les notaba la rabia en los ojos", continuó. La indiferencia contrastaba grotescamente con lo vivido.

Hay quienes compartieron con ellos en la lucha diaria. Pero ya de ellos quedan muy pocos, y han sido incapaces de legar esta leyenda a sus sucesores. Sin embargo, aún los recuerdan enarbolando ideologías al viento; aún los recuerdan blandiendo apasionadamente sus argumentos e izando las banderas de la razón; aún viven entre ellos los recuerdos de los pensamientos y las ideas marchando por las calles de la ciudad, ocupando cada rincón de nuestros atrofiados cerebros y ofreciéndonos su desinteresada ayuda para escapar de las jaulas en las que nosotros mismos hemos decidido vivir.

Y hay quienes han logrado escapar de sus celdas autoimpuestas, y han decidido emprender la marcha para despertar del letargo a otros camaradas, compatriotas y compañeros. Hay quienes conviven con todas aquellas sensaciones y se hacen parte de un mundo que alguna vez fue, y que está, poco a poco, volviendo a ser.

Porque esto que tenemos hoy no es Chile; es un remedo de lo que alguna vez fuimos, y un mal chiste de lo que alguna vez quisimos ser.

Pero no sé, estoy cómodo en mi cama, con mi conexión a internet, mi smartphone y mi reality... ¿Para qué? ¿Para qué ver esos colores y oír esas conversaciones? ¿Para qué participar de ellas, si tengo mi control remoto al alcance de la mano para cambiar el canal y ver las últimas noticias? Tengo todo lo que necesito, y me lo he ganado. Si alguien quiere lo mismo, entonces que haga como yo y alcance la comodidad.

¿Para qué ser yo el color y la voz de las ideas, si 17 millones pueden serlo por mí?


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Extracto.


"Y aunque encuentre una y mil veces lo que ustedes conocen como esa mierda de luz al final del camino, los grilletes que drenan de vida a mis ideas son más fuertes que cualquier puta luz y que cualquier puta esperanza, y que cualquier puta desidia y que cualquier puta falacia. Porque hoy conmemoro el deceso de mi cerebro. Hoy conmemoro el fallecimiento de mis avenidas ideológicas. Hoy conmemoro la puta muerte de mi imaginación, y hoy conmino el puto fusilamiento de todos los sentidos que alguna vez me hicieron conjugar la vida con el inexorable paso del tiempo y con la irremediable involución de mis preceptos de locura. Y si alguna vez he de volver, declaro concisa y cobardemente, que ése no ha de ser quien escribe hoy. Y al verlo, y al escuchar el grafito de su lápiz friccionando la vida contra el fragor del papel, entonces comprenderán que las ideas han vuelto. Entonces comprenderán que la miseria se ha hecho misericordiosamente indigna. Entonces sabrán que la profunda inanición creativa que me embargaba ha vuelto a las entrañas de la represión. Sólo entonces comprenderán que la vida ha vuelto a vivir".

viernes, 17 de agosto de 2012

Parte 2.1


I.

Recuerdo cuando me encontré con Jesús en la esquina de mi casa. Yo iba saliendo, un tanto apurado, en dirección al colegio de mi sobrina. Debía recogerla ese día, pues mi hermano –su padre—estaba muy ocupado con trámites relacionados a su trabajo.
Tomé las llaves, me despedí de mi perro—hube de mentirle; le dije que volvería luego—y por un instante me detuve a pensar, varias horas después, en su mirada triste  y premonitora. Por un instante me detuve a pensar en que, hasta hoy, no he vuelto a verlo.
Aquella mentira me desmoronó por un instante, pues, si bien es cierto soy un mentiroso profesional, en ningún momento pretendí desafiar la verdad ante los ojos de mi fiel amigo. Y sin embargo lo hice.
Pero nada de eso era importante a aquella altura. Debía recoger a mi sobrina de su colegio. 

Tomé las llaves, le mentí a mi perro, aseguré la puerta de entrada y el candado de la reja. Al tomar este último implemento, sentí la frialdad del metal en el corazón de mi mano. El frío comenzó a carcomer las grietas de mi piel como la parsimonia de un discurso bañado en pestilente demagogia. Me aseguré de que nadie me viera al salir; afortunadamente el servicio público de iluminación aún permanecía inservible (de hecho llevaba más de 19 años cortado). No había rostros familiares a mi alrededor, por lo cual proseguí mi camino.
En la oscuridad del día percibía el diálogo que entablaban mis descalzos pies con la tierra viva sobre la cual iba pisando. Se disculpaban con el mismo susurro con que los ancianos rehúyen de la muerte y con el mismo murmullo con que la muerte, desde el panteón, rehúye del eterno deceso; y la tierra viva, con sus colores opacos y sus rostros misericordiosos y sus voces magulladas por los años de tortura tan sólo recibían los embates de mis pisadas en la oscura y fría noche de la mañana.

miércoles, 15 de agosto de 2012

El Destierro


Fijo el rumbo sin destino en las ardientes estalagmitas que cercenan mi sien. Recorro el tramo sin la prisa típica del incauto esclavo que aún no se percata que no ha nacido. Sesgo la frente de quien me dirige la miserable mirada del ignorante juicio y del hartazgo de quien no ha sido aún fecundado. Dilapido las epifanías ganadas en las batallas perdidas para surgir extasiado en el frenesí de la funesta alborada.
Mas nada es verídico en este plano. La figura que yace a mi derecha, impávida e impertérrita antes los estímulos del ambiente, circunda el territorio con su impenetrable mirada; aquella mirada con dejos de nostalgia, con dejos de una vida pasada, con sabor a estabilidad pero con  la magra tentación de no ser quien no quiere ser. Con la inseguridad de no saber que no se sabe, con la irritación de no percibir lo que todos perciben; con la mirada perdida, una vez más, en la infalible naturaleza que dibuja el presente y borra el pasado, sin distinguir tus deseos, sin distinguir tus nefastas oraciones, sin diferenciar tus absurdas tradiciones, y sin destruir lo que aún no has creado. La mirada perdida en la naturaleza dice más que una mirada fija en un objetivo creado por otros. Las manos tomadas hablan más que un sinnúmero de ideas ficticias vomitadas por una boca insensible que utiliza la carne de su lengua más para torturar que para dar placer a los recónditos deseos de la piel.            El cabello ceñido al cuerpo // habla más que el viento moviendo las hojas una tarde cualquiera //                                                                                                                                                                                                            del otoño más oscuro dentro del invierno de tus pupilas //                                                                                                                                                                                                 tergiversando las aristas de la realidad que hoy te apresa, de la infinidad que hoy te asesina    //            y de la creencia que hoy te sataniza.
A mi siniestra las vidas se estremecen en el desolador vaivén de la continua ignorancia. Las palabras erran sin saberlo y se entremezclan con matices vocales que carecen de cualquier sentido. La trivialidad de una existencia sin razón conmueve los más profundos desgarros corporales de incluso quienes son incapaces de escuchar los alaridos de sus propias ideas. Ni ellos saben dónde van, ni ellos saben cómo escapar; pues se sienten tan libres en su ignominia que les es imposible percatarse de la esclavitud de la cual son parte fundamental.
En el camino donde no existe la dicción y donde abunda lo inefable, las vidas chocan unas con otras sin notarlo, entremezclando sus terribles inexperiencias y haciéndose partícipes de la aberrante realidad que eligieron vivir.
Hacia el frente, donde lo políticamente incorrecto merma lo socialmente aceptable, es hacia donde yo me dirijo. Pero considera que aquel norte hacia donde mis harapos me arrastran no es el mismo norte que tú quieres. Mi norte es el norte que nadie quiere, es el norte que adquiere ribetes de locura que nadie es capaz de aceptar. Y yo con estas letras voy viajando, y con estas letras voy naciendo, y con estas letras voy ocultándome de tu mirada para ser vapuleado por la ignorancia, y para ser acribillado por el prejuicio del status quo de tu mente. De tu mente incapaz de ver más allá de sus propios colores elegidos por alguien más, por tus propios deseos inculcados por alguien más, por tus propios sueños intervenidos por alguien más. Porque no tienes fin, porque no tienes principio, porque no tienes rostro, porque no tienes la más mínima idea de lo que hay al final del camino. Porque sólo caminas igual que el resto, porque te dijeron que era lo correcto, porque te dijeron que era lo que tenías que hacer, y tu raciocinio es completamente inútil para cuestionar las ideas del resto. Y es ese resto el que debes respetar, porque tú y yo sabemos que no quieres dejar de ser parte de la manada, porque te atemoriza la soledad, porque no sabes crear nada más que charcos de podredumbre verbal donde tu piel se quema y celebra su destierro, al mismo tiempo que tu voz se apaga en la muchedumbre de condenadoras miradas que hacen de tu existencia el mismo juicio final del que tanto nos hablaron de niños.
No sé cómo mierda cerrar mi comentario.

OVEJAS APLICADAS

OVEJAS APLICADAS
El lobo arranca de la oveja =O